viernes, 21 de octubre de 2011

Brevedad

Alentar a decir sencillamente lo que se piensa no es abogar por la sinceridad, sino por una verborragia absurda que tendrá por fin dejar al descubierto que tan limitados hemos de ser.
La importancia de todo tema será -por cierto- subjetiva, entonces, animar a pensar lo que se dice no implica necesariamente una búsqueda en pos de la genialidad onírica, sino en darle trascendencia a lo dicho en plena conciencia.
El valor no radicará en el tema en sí mismo, sino en el respaldo que a éste se le ha dado.

viernes, 5 de agosto de 2011

O(h)DIO(s)

La más bella de las contradicciones del Catolicismo radica en su forma de persuasión: mientras que los escritos bíblicos hacen hincapié en las acciones de Jesús en torno al amor por el prójimo, al respeto y la tolerancia, la forma eclesiástica de coaptación no fue sino a través del miedo endémico y sistemático; los 10 mandamientos han sido escritos para ser cumplidos, y no es debido este cumplimiento en torno a su intención de marcar un sesgo ético o moral, sino porque de no hacerlo, el castigo será inminente: el infierno aguarda pacientemente por los pecadores.
Los católicos no aman, sólo temen.

Económicamente hablando, un inversionista coloca en el sistema un bien material esperando por este un rédito: dinero.
Ideológicamente hablando, un católico deposita en el día a día una buena acción esperando por ésta reconocimiento: el Paraíso.
Un católico no es más que un oportunista.

El proceder del pensamiento científico indica que el estudio va de lo general a lo particular. Cuando lo macro es demasiado complejo se reduce el universo de estudio y el camino es el inverso: se estudia lo micro y luego se extrapola.
Si se toma como premisa el marcado egocentrismo del fiel católico -que prepondera la inmortalidad de su alma por sobre todo- se pueden injerir lógicamente los pasos a seguir por la doctrina, y se justifican las acciones y las medidas tomadas por ésta, tales como la disgregación, el odio de género y de raza, y el repudio al avance científico, tecnológico y social.
La religión católica no posee fieles, sino reclutas megalómanos.

lunes, 9 de mayo de 2011

Somos

El irrefrenable deseo de viajar no está motivado por considerarlo una potencial solución al creciente estrés debido a las labores diarias, el estudio, o la rutina, sino que está arraigado a lo más básico de nuestro Ser. Traspasar fronteras e ir más lejos sólo para ver, es sólo el eco de lo que una vez fue nuestra costumbre.
Somos nómades devenidos en sedentarios.

La ineficiencia propia de ejecutar repetitivamente una tarea no deseada con la finalidad de obtener por esta una remuneración, no es propia de la incapacidad, sino de la necesidad  de interactuar de una manera flexible, sin estar sujetos a normas auto-impuestas.
Somos aves en jaulas construidas de prejuicios.

Confundir la superación propia con ambición, es el primero de los pasos rumbo al fracaso personal. La lógica filosófica que presupone que la definición de un concepto exige la existencia de su opuesto nos hace ver que para que exista un adinerado es necesario –al menos- un desprovisto.
Somos ricos en banalidades, y carecemos de valores.

Nuestros límites exceden al entorno personal y a pesar de reprochar las generalidades, nuestras mayores ambiciones pasan siempre por encajar. Queremos –profundamente- ser parte de algo. Queremos ser la familia tipo, el amigo tipo, el empleado tipo, el estudiante tipo. Pero somos ambiciosos, no nos detenemos ahí, vamos más allá. No nos alcanzan los limites sociales, sino que además queremos hacerlos físicos. Nos dividimos en continentes. Nos dividimos en regiones. Nos dividimos en países. Nos dividimos en estados o provincias. Nos dividimos en ciudades. Nos dividimos en localidades. Nos dividimos.
Somos limitados.