lunes, 9 de mayo de 2011

Somos

El irrefrenable deseo de viajar no está motivado por considerarlo una potencial solución al creciente estrés debido a las labores diarias, el estudio, o la rutina, sino que está arraigado a lo más básico de nuestro Ser. Traspasar fronteras e ir más lejos sólo para ver, es sólo el eco de lo que una vez fue nuestra costumbre.
Somos nómades devenidos en sedentarios.

La ineficiencia propia de ejecutar repetitivamente una tarea no deseada con la finalidad de obtener por esta una remuneración, no es propia de la incapacidad, sino de la necesidad  de interactuar de una manera flexible, sin estar sujetos a normas auto-impuestas.
Somos aves en jaulas construidas de prejuicios.

Confundir la superación propia con ambición, es el primero de los pasos rumbo al fracaso personal. La lógica filosófica que presupone que la definición de un concepto exige la existencia de su opuesto nos hace ver que para que exista un adinerado es necesario –al menos- un desprovisto.
Somos ricos en banalidades, y carecemos de valores.

Nuestros límites exceden al entorno personal y a pesar de reprochar las generalidades, nuestras mayores ambiciones pasan siempre por encajar. Queremos –profundamente- ser parte de algo. Queremos ser la familia tipo, el amigo tipo, el empleado tipo, el estudiante tipo. Pero somos ambiciosos, no nos detenemos ahí, vamos más allá. No nos alcanzan los limites sociales, sino que además queremos hacerlos físicos. Nos dividimos en continentes. Nos dividimos en regiones. Nos dividimos en países. Nos dividimos en estados o provincias. Nos dividimos en ciudades. Nos dividimos en localidades. Nos dividimos.
Somos limitados.